ReV EFEYL: Sangre de la tierra

Los días 11, 12 y 13 de Marzo tendrá lugar el rol en vivo de EFEYL «Sangre de la Tierra» en el albergue «Castillo de Layos» (Toledo). Hay plazas para 85 jugadores y el precio total por participar es de 60 euros (incluye todas las comidas desde la cena del viernes hasta la comida del domingo, ambas incluidas). A continuación la introducción…

Mi señor Conde:

Es un honor invitaros a la fiesta de la Uva, que tiene lugar todos los años en mi baronía 9 semanas después del año nuevo. 

No sé si vuestro padre, el Conde Loghar, os explicó que existe una centenaria tradición, consistente en que la espada condal ha de exhibirse en el salón del castillo para que los campesinos recuerden una antigua leyenda, según mi padre me contaba, por la cual esa espada, sí, Azglar, hizo ganar estas tierras al primer Conde de Primion. 

Cuando mi padre vivía, la llegada del Conde era una gran fiesta para el pueblo de Tuksania, ya que, según se dice, éste fue el hogar de sus padres, o eso es lo que me contó. Desde la muerte de vuestro padre esta fiesta no ha sido tal y como era antes. Así que os ruego que asistáis a ella para que se recupere una de las más antiguas tradiciones de mi tierra.

Además, después de la pérdida de las cosechas de años anteriores, este año hemos sido agraciados por Dios con una muy cuantiosa. Las uvas han crecido en abundancia y se cree que el vino de este año, el cual vos seréis el primero en probar, será el mejor que hemos tenido en 2 generaciones.

Esperando pronta respuesta, vuestra fiel vasalla, Gil Galen Debalass, baronesa de Tuksania

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Horizonte de viñas. Millas y millas de terrenos roturados dedicados al cultivo de la materia prima del regalo más importante que Primion ofrece a Kendoria: el vino. Para poder colmar las copas de los nobles y de los burgueses de todo el reino, cientos de trabajadores deben deslomarse en una infatigable tarea diaria. Pero el trabajo permite descansos también.

-Bueno, Kirten, enseguida fiesta, ¿eh?

-Falta que nos hace. Muchos años sin hacerla bien; falta que nos hace.

Kirten y Daramauth, maduros jornaleros de las tierras de la Baronesa Debalass, descansaban al pie de un muro. Sus aperos eran sencillos, sus ropas modestas. Uno de ellos, de hecho, se había desgarrado una manga con un zarcillo.

-¡Vaya aspecto que tienes con medio brazo al aire, Kirten! 

-Ya me coserá algo la mujer, y a esperar. No puedo gastar dinero en arreglar trapos de faena. Hace falta para la fiesta, para los trajes… No vas a estar en palacio de la Baronesa con ropas de trabajar -sentenció Kirten, ceñudo.

-¡Desde luego que no! -rió Daramauth- Habrá que ponerse guapo. ¡Y más nuestras hijas! ¡Todas a ver si encuentran algún buen marido que las cuide y las mantenga!

-Muchos años con poca fiesta -repitió Kirten-. Este año dicen que habrá invitados, juegos, bailes, mucha comida… Y el Baile de la Uva, claro.

Al oir la palabra «invitados», el rostro de Daramauth se ensombreció.

-Sí… invitados. Habrá gente de la Iglesia. De alto nivel, dicen. No creo que les hagan gracia algunas de las cosas que hacen por aquí… Espero que no vengan a investigar nada. Esto no es Dolira…

-Oh, también de Dolira dicen que vienen. Quizás se queden. ¿Sabes? Revueltas en Dolira; los campesinos quieren al Rey. Dicen que los Condes les traicionan -Kirten movió la cabeza-. Malas cosas, las guerras.

-Hay muchas cosas malas… Al menos, aquí las cosas ahora van bien. La Maldición parece haber pasado. Si lo debemos a la Iglesia, oye, bien por ella, ¿eh? Ahora hay vino. Incluso el vino élfico se conserva… 

-¡Eso, si no lo lleva alguien! -cortó Kirten- Tantas tropas, tantos ejércitos, los ladrones tienen miedo. Muchos bandidos entran a Primion. He oído que hay alguno especial; espero que la guardia vigile bien el castillo.

-¡Eso esperamos todos! Aunque… tengo un sobrino en la guardia, y -Daramauth bajó la voz- dice que las cosas siguen sin ir muy bien. Pero son leales… En Primion todo el mundo es leal -Daramauth no parecía muy seguro al decir aquello.

Hubo unos momentos de silencio.

-Bueno… lo pasaremos bien, ¿verdad? -dijo Daramauth.

-Oh, sí. Bien -contestó Kirten, con poca alegría-. Bien -hubo otro silencio-. Estará bien.

Por fin, Daramuth se levantó. 

-¡Bueno! Pues a trabajar. Que si el Señor Padre sale a cabalgar y nos ve aquí mano sobre mano, lo mismo nos quedamos sin fiesta, y quién sabe si sin algo más.

Los jornaleros tomaron de nuevo sus aperos y volvieron al trabajo. El sol de otoño siguió contemplando su tarea desde lo alto, paso a paso, por entre los eternos surcos labrados.

Horizonte de viñas. Sangre de la tierra.

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